Una síntesis pérdida?

Una perspectiva dialéctica autorizaria a pensar que el gobierno de Mauricio Macri debiera traducirse en una síntesis producto de la oposición, precisamente dialectica, entre la década neoliberal de los 90 y los 12 años de fuerte presencia estatal impronta del Kirchnerismo.
Como toda síntesis debería ser abarcativa y superadora de los opuestos que la originan.
Ahora bien, esa esencia superadora de la síntesis ¿es un producto fatal del devenir histórico que ha de producirse aun en contra de la voluntad de los hombres? ¿O será que esa voluntad tiene la capacidad de impedir y/o tergiversar el desarrollo de la lógica histórica?
Un gobierno puede, con una serie de medidas, interpretar y vehículizar el develamiento de la historia, como también puede perjudicarlo y demorarlo. Lo que no puede es impedirlo. El progreso de la historia -la astucia de la razón hegeliana - buscará otros medios, otros actores, para avanzar en el sentido de su autorealizacion.
El presidente Macri, ni por su personalidad ni por su formación académica  (dudo que haya leído e incluso que conozca mínimamente a Hegel o a Marx ) esta en posibilidad de asumir un rol protagonico, intérprete del devenir histórico, del progreso de la razón en términos hegelianos. Con su accionar normativo ha demostrado que su interés no es producir una síntesis abarcativa y superadora (es más, difícilmente pudiera concientizar esa posibilidad).
Es por eso que, desde esta mirada, se debiera afinar la percepción para captar donde están esos actores alternativos, esos medios de los cuales ha de valerse la historia para hacer su voluntad en colaboración con la de los hombres.
Un regreso tan burdo y básico a los cánones del neoliberalismo, así como así, implicaría una negación rotunda de la perspectiva dialéctica. Sería aceptar que la historia puede retroceder.
Esta posibilidad no cabe en este análisis. La historia avanza en una dirección y con un sentido.
Podemos hablar entonces de una posibilidad de síntesis pérdida? Rotundamente afirmamos que no. Macri y su gobierno se presentan entonces como una distorsión, una singularidad, que ha de ser superada por el movimiento de la historia.
Sería si, de suma importancia que la superación de esa singularidad no se resuelva en los términos de la perspectiva marxista, la cual exige a los pueblos una praxis casi siempre traumatica.

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