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ADN golpista

Hay una morbosidad latente, espesa, acechante, regodeante. Tenemos, los argentinos, parecería ser, una pulsión de muerte, en términos freudianos. Estamos haciendo -nuevamente- todo lo posible, para producir una ofrenda, un holocausto, matar al cordero de Dios. Cuidado, no se confundan, ya que creo no estar confundido: no se trata de poner a los mortales en un pie de igualdad con los inmortales. Pero de alguna manera estamos reproduciendo una constante: queremos matar a Dios, a un Dios, el que dice que esta bien y que esta mal, el que nos lleva de la mano, el que nos levanta después de haber caido, el que nos da sin pedirnos, el que nos recuerda nuestra miserabilidad. Preferimos a Barrabas. No importa si el diablo fuera elegido presidente: el solo hecho de ocupar ese lugar nos llevaría a volvernos ultra católicos. Y si en lugar del diablo estuviera Dios, iriamos contra Dios. Año tras año hemos disfrutado con la caída de gobiernos. Más malos, menos malos, incluso algo buenos. Le echam

La historia... otra vez rehén de la política

Diario La Nación del día de la fecha http://www.lanacion.com.ar/1604486-le-petit-el-primer-kirchnerista Nos enseñaron en el profesorado acerca de los riesgos del uso de la historia para justificar hechos del presente. Parece que con Fernando Iglesias no fuimos asistimos a las mismas clases. No es serio, no corresponde a un verdadero investigador. Sí lo puede hacer un político, más bien un politiquero. Las comparaciones de personajes antes que de procesos históricos son propios del chismerío de barrio, antes que de analistas. Estamos acostumbrados a este tipo de exabruptos, hechos para el consumo inmediato, carentes de rigor histórico. Es lícito volver al pasado. Además es obligatorio. La cuestión es como y para que volver al pasado . Con ingenio y picardía se pueden "encontrar" similitudes asombrosas, pero también so pena de llegar a afirmaciones desmesuradas, insostenibles, incoherentes. Basta rascar un poco sobre la cascara de esos razonamientos para sacar a la luz
Campaña El término, de connotaciones castrenses, nos remite a la campiña, al campo, entendido como el lugar de la acción, de la búsqueda y encuentro con el adversario. El lugar del combate, el campo de batalla. Ahí, en el campo, ámbito análogo de la Naturaleza, el primer adversario al que el hombre habrá de vencer con "el sudor de su frente", con el trabajo, según la oportuna síntesis marxista. Los argentinos nos encontramos nuevamente y gracias a Dios, en campaña. Digo, en campaña electoral. Nuevamente la esencial e histórica dicotomía que nos une se hará manifiesta, encarnada en los hombres y sus acciones del presente. El espíritu dialéctico de los opuestos, adn vital de los argentinos, materializado en múltiples oposiciones: Interior - Buenos Aires, unitarios - federales, morenistas - saavedristas, civilización - barbarie, campo - ciudad, boca - river, peronistas - gorilas, pastas - asado... y porque no decirlo, kirchneristas y antikirchneristas. Y así podríamos seguir

Que se puede hacer con el amor.

Esto es nada más que la expresión de un estado de ánimo. Se esperaban vientos nuevos: Y de hecho llegaron esos vientos. Vientos de piedad, de compasión, de perdón, de serenidad. Vientos que lleven a ver en el otro un verdadero semejante, no un enemigo, no una amenaza. Hace mucho que no escribo. No es que empiece a dudar de lo que va pasando. De lo que se ha hecho. En realidad las dudas, las reflexiones, el volver sobre los pasos, la pausa, siempre están. O por lo menos, tratamos de que estén. Si no, caeríamos en lo que criticamos: el absolutismo como forma de existencia. Es por eso que podemos preguntarnos por el rumbo, por el camino, por la forma y también por el contenido. Creo que lo intentó sinceramente. Dejarse atravesar por ese viento de esperanza. Pero no fue así. Era casi inevitable que la oportunidad fuera bastardeada, que la buena voluntad sea informada como mero cálculo político. Se leen los comentarios de los lectores y hay tanto odio, tanta desmesura. ¿Cuál es el er