Popularidad del poder

Parecería una constante histórica: las masas se acercan naturalmente al calor del poder, perciben el poder, huelen el espacio en donde se define la existencia, el devenir. Las masas no tienen ideología, no tienen lealtad. Su ética es la ética de la supervivencia. Si es Cristina, Cristina. Si es Mauricio, Mauricio. O el que sea. También saben huir del moribundo. La agonía huele y las masas lo perciben.
Pero entonces las masas lo único que pueden hacer es acercarse o alejarse, pero no definen donde se ubica el poder.
El sistema democrático asigna a las masas el rol de elector del gobierno. El truco es conseguir los votos de alguna manera. Luego depende del que llega, ejercer el poder. Poder para convencer, poder para gobernar, poder para mantener el poder. Luego del voto, las masas quedan expectantes. El elegido podrá ejercer el poder o no. Y las masas esperan, atentas, para cobijarse en el poder o para desgarrar la carne moribunda.
Hoy el poder está en cambiemos.

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