Que se puede hacer con el amor.

Esto es nada más que la expresión de un estado de ánimo.
Se esperaban vientos nuevos: Y de hecho llegaron esos vientos. Vientos de piedad, de compasión, de perdón, de serenidad. Vientos que lleven a ver en el otro un verdadero semejante, no un enemigo, no una amenaza.
Hace mucho que no escribo.
No es que empiece a dudar de lo que va pasando. De lo que se ha hecho.
En realidad las dudas, las reflexiones, el volver sobre los pasos, la pausa, siempre están. O por lo menos, tratamos de que estén. Si no, caeríamos en lo que criticamos: el absolutismo como forma de existencia. Es por eso que podemos preguntarnos por el rumbo, por el camino, por la forma y también por el contenido.
Creo que lo intentó sinceramente. Dejarse atravesar por ese viento de esperanza.
Pero no fue así. Era casi inevitable que la oportunidad fuera bastardeada, que la buena voluntad sea informada como mero cálculo político.
Se leen los comentarios de los lectores y hay tanto odio, tanta desmesura. ¿Cuál es el error, la falla, la inmoralidad? ¿Cómo puede verse la misma cosa de formas tan opuestas? Uno puede pensar en contestar, ese es el impulso. Pero ¿para qué? ¿Qué sentido tiene involucrarse en una lid tan baja, tan sucia, tan poco digna?
Somos argentinos. Son argentinos. ¿Somos tan distintos?
El es argentino, igual que ella, igual que lo era él. Igual que el señor que insulta desde la oscuridad.
Y encima... el hombre de al lado, el hermano que se hace desconocido. El que se sentó a la mesa y compartió el alimento... nos sale con esto. ¿Será manifestación poética de la patria grande?
El Señor decidió hacer su justicia, como lo hizo con Noé. Pero no tenemos un Noe del siglo XXI. O tal vez si, y lo que tenía que salvar esta escondido de la furia del papel y de la tinta.

Mientras tanto... que se puede hacer con el amor

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